Relato de las vacaciones (sobrenatural)

Entre la hierba alta

Eran las tres de la tarde. Acababamos de comer. Estabamos aburridos y queriamos hacer algo. Despues de unos minutos pensando, Trini dijo “vayamos al arroyo” y sin dudarlo todos dijimos que si.

Rapidamente, cada uno de nosotros se fue al cuarto a cambiarse. Me puse un traje de baño, una bombacha de campo, una remara negra, un sombrero y un par de zapatillas. Uno a uno, fuimos saliendo de los cuartos ya vestidos. Eramos siete. Ya estábamos preparados para un largo camino de maiz alto y rasposo.

Luli y Marcos salieron de la casa con una mochila negra. Llevaban agua y galletitas para el te ya que nos ibamos a quedar ahi como 2 horas. Ya eran las 3:20 y decidimos comenzar el viaje.

Caminando en fila y bajo el sol, el camino parecia eterno. El maiz nos raspaba la cara y los brazos. Estabamos cansados y doloridos y no veiamos a donde estabamos yendo por el maiz alto.

Ya eran las 3:50 y todavía estábamos caminando en el maizal. Todos exhaustos y acalorados nos quejabamos y queríamos volver. De repente cuando ya habia pasado como una hora desde que habíamos salido escuchamos algo, como un grito extraño. Nos asustamos y nos miramos con terror. No sabíamos que había sido. Podían haber sido los perros o quizás un animal salvaje, no estábamos seguros. Despues de un rato de confusion y silencio Abril dijo “sigamos, solo fue un ruido” pero nadie quería seguir, estábamos asustados. Nuevamente el mismo sonido nos paralizó. Aterrorizada dije “volvamos, yo no quiero seguir” gire sobre mi y cuando empece a caminar todos me siguieron. 

El sendero era el mismo de antes y era imposible perderse. Sin embargo, el maizal nos ofrecía resistencia, las plantas parecían cerrarnos el paso. Aunque lo intentamos no podíamos avanzar. No estaba segura si nos protegían de algo o simplemente nos tendían una trampa. A esta altura estábamos todos paralizados, quietos y como las plantas de maíz inmóviles. Frente nuestros ojos solo verde y cielo. Nos tranquilizaba saber que estábamos todos juntos entonces formamos un circulo y nos miramos sin decirnos nada. Y otra vez el grito. El cielo se oscureció y el suelo tembló. No se cuanto tiempo paso, pero de repente las plantas nos abrieron paso, parecían desvanecerse. 

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